jueves, 11 de julio de 2013

NO ENTIENDO NADA

El haber sido Alcalde de una ciudad  imprime carácter.  No conozco a exregidor alguno que no tenga  a su pueblo, a su ciudad, entre sus primordiales preocupaciones. El pasar por ese asiento tan difícil, ingrato y, las menos de las veces,  gratificante, te marca para siempre. Piensas en tu ciudad, en lo que fue, es  y debería ser. Piensas en los vecinos, la más de las veces tus amigos, en sus inquietudes, añoranzas y deseos. Y te ilusionas, como debe de ser, con cualquier proyecto nuevo e ilusionante que se pueda desarrollar en tu ciudad.

Por ello no entiendo nada de lo que está ocurriendo con el tema de los Baños del Carmen.

Tenemos un magnífico Alcalde. Preparadísimo, con dedicación admirable, honesto a carta cabal y malagueño, muy malagueño. Alcalde que amanece todos los días buscando proyectos para nuestra ciudad. Alcalde que, me consta, apoya iniciativas ciudadanas, apuestas empresariales, ideas imaginativas, con los únicos condicionantes lógicos del respeto a la legalidad y el apoyo de la ciudadanía representada democráticamente en su Pleno Municipal.

Por ello no puedo entender que un proyecto como el de los Baños del Carmen, al parecer y por lo que se publica, sea rechazado por la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento que él dirige, cuando, a mayor abundamiento, el mismo Alcalde ha apoyado la idea e, incluso, el Secretario de Estado de Medio Ambiente.

Nuestra ciudad, como ser vivo, tiene elementos potenciadores y taras que merman su desarrollo. Unas grandes y otras pequeñas. Entre las grandes, conseguir resolver de una vez problemas enquistados, ya clásicos, como el de los Baños del Carmen. Curiosamente, un proyecto en el que, en los tiempos que corre, se ha conseguido que la iniciativa privada arriesgue su patrimonio para sacar adelante esta idea que producirá un gran beneficio público.

¿Qué es lo que está pasando con los Baños del Carmen? Solo sé lo que leo y oigo en los medios de comunicación. Y por lo que sé, todo es un puro contrasentido. Me explico.

 El proyecto de los Baños del Carmen se debe a dos arquitectos de experiencia, rigurosidad técnica e imaginación profesional suficientemente contrastadas. Uno de ellos, Salvador Moreno Peralta, además con el bagaje a su espalda de redactar un PGOU de la ciudad y haber sido Gerente de Urbanismo de la misma. O sea, un arquitecto que conoce perfectamente la normativa, su aplicación y las posibilidades que hay para desarrollar en ese marco una idea innovadora.

Y esta nueva idea innovadora ha sido darle una vuelta de tuerca a los Baños del Carmen, respetar los astilleros Nereo (un clamor ciudadano), respetar el viejo balneario y las zonas verdes anexas (otro clamor) y dar una solución humana, lógica y posible a la playa, los espigones y el entorno (también otro clamor). Pues bien, este proyecto en el cual se embarca la iniciativa privada arriesgando sus cuartos, pidiendo solo a cambio poder construir fuera del espacio del balneario, en una parcela anexa e infrautilizada también propiedad de los mismos promotores, un pequeño hotel (ojo, una  nueva unidad de servicio para una ciudad de servicios como es Málaga), ya ha sido aceptado por nuestro Alcalde y por el Secretario de Estado de Medio Ambiente, como antes he indicado.  

Pero, esta idea, este proyecto que no va a costar un duro de las arcas  públicas, que va a resolver un viejo problema, que coincide plenamente con los que demandan soluciones reales, imaginativas y creibles, admitida y aplaudida por nuestros  representantes políticos,  no es admitida por los funcionarios de la Gerencia de Urbanismo de Málaga. Traduciendo lo anterior, podría parecer que la auténtica representación de la ciudadanía, que es el Pleno del Ayuntamiento con su Alcalde al frente, no lo es tal, sino los funcionarios, que deberían ser meros ejecutores de las decisiones plenarias.

Se me dirá que el proyecto presentado modifica un Plan Especial anterior. Y surgen preguntas. ¿Quiénes fueron los  que lo diseñaron? ¿Es que los Planes Especiales son dogmas de fe? ¿Es posible su ejecución en estos tiempos?

Se me podrá decir que la nueva propuesta hace modificaciones “sustanciales” a aquel Plan Especial (que, por cierto, fue de iniciativa municipal). Pero, ¿quién decide que son modificaciones “sustanciales”? ¿el término “sustancial” no se encuadra entre los conceptos jurídicos indeterminados, por consiguiente susceptibles de interpretación? Aquí nos podríamos meter en un debate técnico-jurídico muy divertido para los que somos profesionales del Derecho pero que, a buen seguro, aburriría a más de uno.

Hay un cúmulo de preguntas sin resolver, que no entiende nadie. Pero, utilizando quizás la sinrazón del ignorante, pero el apasionamiento del que quiere a su tierra,  creo que hay algunas preguntas que sí deben contestarse, así como acciones a llevar a cabo.

En primer lugar, aclarar a la ciudadanía qué es lo que está pasando con este tema. En segundo lugar, animar a nuestro Alcalde a que ponga orden, lo que a buen seguro hará, en la información que facilita el Ayuntamiento y en el respeto debido a su autorithas por el funcionariado.

Confianza en nuestro Alcalde, toda. Confianza en otros, por lo que se ve, casi ninguna.

Muchos esperan, esperamos, que los Baños del Carmen puedan empezar a ser pronto una realidad. Que solucionemos este problema. Que se refuerce la credibilidad en nuestras instituciones. Que la inseguridad jurídica no pueda ser la marca de la casa. Y que, de una vez por todas, dejemos de generar frustraciones y hagamos nacer esperanzas.

Luis Merino Bayona.

Ex Alcalde de Málaga.

sábado, 18 de mayo de 2013

DOS BULEVARES


Según el Diccionario de uso del español de Maria Moliner  un bulevar es una “Calle ancha con árboles y un paseo central”. Y Málaga necesita para materializar sus grandes ejes urbanos esas dos “calles anchas con árboles y un paseo central”.
  
             Málaga necesita convertir en bulevar el eje que forman el Paseo del Parque, la Plaza de La Marina y la Alameda. Y otro gran eje, el que forma el actual cauce del Guadalmedina.  Dos grandes bulevares, unidos entre si  por una gran intersección a la altura del actual Puente de Tetuán que convertirán, estoy seguro, la actual Málaga en una nueva ciudad.
  
         Necesitamos el primer eje. El de Parque-Plaza de La Marina-Alameda. Y lo necesitamos como una gran avenida con árboles y un paseo central peatonal. Sin interferencias exteriores. Sin metro “ligero”, ni tranvía “pesado”. Un paseo central por el que, aunque resulte redundante, se pueda pasear, andar, solazarse, descansar. Un bulevar con dos calzadas laterales para el tráfico en superficie y un espacio central, desde la rotonda central frente al Hospital Noble hasta la nueva rotonda central en el Puente de Tetuán. Bulevar que enlazará con la otra gran zona peatonal de la ciudad. Con el eje de calle Larios y calle Granada. Con el entorno de la Catedral. Con la Málaga del siglo XIX. Con una ciudad que invite a pasearla.
  
          Y un segundo eje, desarrollando las ideas ya aprobadas por todas las Administraciones para la remodelación del cauce del Río Guadalmedina, en la que domina la idea central de un espacio para paseo, unas riberas arboladas y calzadas laterales para el tráfico en superficie, suprimiendo los actuales muros divisorios y poniendo en valor las fachadas de ese nuevo gran bulevar. Bulevar que también enlazará con la espalda de esa Málaga del siglo XIX que tiene otros ejes vectores en calle Carreterías y aledaños. Con la Alameda de Colón y el Soho. Con la nueva Trinidad, Capuchinos y Martiricos. 
  
          Los dos bulevares exigen también llevar el metro hasta La Malagueta y prolongarlo a El Palo. Unir por el subsuelo, en una gigantesca T,  el Norte, Sur y Oeste de la ciudad, instalando en las cabeceras de las líneas grandes aparcamientos públicos, con precios muy bajos, que inviten a abandonar el vehículo privado y usar el transporte público. 

           Dos bulevares que habrían de ser los ejes vectores de la nueva ciudad del siglo XXI. De esa ciudad viva que necesita cuidados diarios, reformas urgentes, pero, sobre todo, grandes ideas a desarrollar a medio y largo plazo.
  
          El  reposo de las ideas, la programación pensando en que será otro el que inaugure la obra soñada, la generosidad de saber que tú pasarás al anonimato pero tu esfuerzo de hoy servirá para hacer duradera una idea,  chocan  con el cortoplacismo en el que está instalada la sociedad,  la  clase política.
  
          Asistimos diariamente al espectáculo de ver como, la más de las veces, la clase política no dedica tiempo a pensar, reposar las ideas, contrastarlas sin apasionamiento y a hacer propuestas más allá de lo que el titular de prensa o el último chat exige de hoy para hoy. Pero ya es hora de que nos planteemos cual es, entre otras ideas-fuerza, el modelo de ciudad que queremos para las próximas décadas. Y aquí es donde hay que ubicar el proyecto de estos dos bulevares.
  
          Y ha de ser nuestro Ayuntamiento el que haga suya, si así lo acepta, esta propuesta. Ayuntamiento, como todos, considerado siempre como una Administración menor de edad, a la que se le quita competencias, se vigila por controladores a los que nadie controla y, las más de las veces, se les saquea de dinero, competencias y territorio. Y ha de ser nuestro Alcalde, como ya ha hecho,  el que presente un proyecto ilusionante de ciudad.
  
   Pero todo lo anterior está resultando prácticamente imposible. Vemos a diario que la ciudad es algo de la que no puede disponerse, cuando para sacar adelante cualquier idea que apoya la lógica y la ciudadanía, hay que negociarlo con otras Administraciones que ni colaboran, ni comprenden, ni arriesgan nada por la ciudad y sus ciudadanos. No y mil veces no. Nosotros elegimos a nuestro Ayuntamiento para que planificara y dirigiera la ciudad. Y ha de ser este Ayuntamiento, democráticamente elegido, el que ha de proponer  las ideas que hagan posible una Málaga mejor.
  
          Sabemos que no hay dinero. Pero lo que debemos proponer no es algo a ejecutar de inmediato. Ha de formar parte de un proyecto de ciudad que debe ser asumido, en primer lugar, por los malagueños, que somos los que debemos decidir qué ciudad queremos, los que pagamos impuestos para que nuestros anhelos sean factibles, los que elegimos a los políticos para que conviertan en realidad aquellas ilusiones. Lo que opinamos los malagueños sobre el Parque, la Alameda y el Guadalmedina ya se sabe sobradamente. Los políticos lo que tienen que hacer es bajar a la calle y oir este clamor ciudadano. Queremos una Málaga mejor. Queremos una ciudad de y con futuro. Exigimos que el dinero público de todas las Administraciones se invierta en aquello que los ciudadanos  piden. 
          
          Para ello es necesario un Pacto por Málaga. Hecho desde Málaga y por los malagueños. Por nuestro Ayuntamiento. Y que las otras Administraciones, de una vez por todas, acaten los deseos de sus ciudadanos, acepten la competencia indiscutible del municipio y ayuden  a conseguir lo que queremos. Entre ello, los dos bulevares.
                                                                                                 Luis Merino Bayona.        
                                       Ex Acalde de Málaga.